Rubén Ferrándiz
Con la vuelta a las clases nos tropezamos de nuevo con la realidad en los colegios e institutos. El gobierno del PP ha logrado que el inicio del curso escolar haya pasado de ser el momento del
año en el que las familias se ocupan de la compra de libros, material o ropa al que se preocupan por el estado de las instalaciones, el número de alumnos por aula, que siguen sin cobrar las
ayudas o la temperatura que marca el termómetro. Este será, cuando hagamos balance dentro de poco, el resultado de su mandato: promesas sin cumplir, problemas sin resolver.
La verdad de los hechos lo avala. Alberto Fabra anunció hace unos días en el Debate de Política General la licitación en 2015 de cuatro centros -Guardamar del Segura, Rojales, Torrevieja y
San Fulgencio- como hace un año lo hacía con la construcción del colegio Campoamor de Orihuela Costa y ni se ha licitado. En Guardamar la alcaldesa reconocía hace unas semanas que en esta
legislatura no construirán el tercer colegio; y en Rojales el Príncipe de España desespera su reposición mientras, según dicen, su nombre figura en los primeros puestos de una lista de centros
prioritarios para la consellería de Educación. De igual manera esperan ver a los albañiles en Virgen del Camino o las grúas para derribar el instituto Vega Baja en Callosa de Segura. Y así un
catálogo variado de proyectos, de construcción y reformas, que nunca llegan a nuestra comarca.
En consecuencia, a lo que no pone fin el gobierno del Partido Popular es al «chabolismo escolar», tal y como llaman en Andalucía a las aulas prefabricadas sus correligionarios dando nombre de
conjunto y la gravedad que realmente tiene a lo que aquí, hasta ahora y siendo habitual, simplemente hemos llamado barracones. A la vista están para verlos y sufrirlos en Torrevieja y San
Fulgencio, pero también en Orihuela, Almoradí, Formentera del Segura... y a pesar de que cada año la Conselleria recorta aulas -e incluso, ha extinguido un colegio entero como el Ciudad de Oviedo
de Torrevieja- en su propuesta de arreglo escolar para el siguiente curso. Faltan infraestructuras.
Pero no se queda ahí, también falta personal. El gobierno valenciano, tijera en mano, está mermando año tras año el número de profesores y escatimando en profesionales complementarios en la
enseñanza. Causa ardor de estómago abrir el periódico y leer que una niña con una traqueotomía no va a poder asistir a clase porque se niegan a dotar el centro escolar de una persona preparada
para atenderla si lo necesitara, como ha ocurrido en Dolores.
Sin embargo, y a pesar de todo, ni el presidente Fabra ni la consellera Catalá se cortan en venir a la Vega Baja a inaugurar El Acequión, en Torrevieja, un centro que lleva puesto en marcha un
año. Ni la segunda, con una sonrisa en la cara y siendo la responsable de Educación del Consell, responder a los periodistas sobre el colegio de Rojales que era cosa del vicepresidente
Císcar, desentendiéndose del tema como si no fuera con ella. Eso, con la misma implicación de los primeros días del curso, cuando adelantó la fecha para empezar y las clases se hacían
insoportables por el calor, y su reacción se limitó a esperar que bajaran las temperaturas.
El PP ha demostrado que ni tiene voluntad ni capacidad para resolver el listado de deficiencias y necesidades de los colegios e institutos de la Vega Baja. Este debe ser su último curso, escolar
y político, en el gobierno de la Comunidad Valenciana. Porque necesitamos la creación de un mapa escolar comarcal que detalle pueblo a pueblo cada uno de estos problemas y un nuevo gobierno
decidido a darles solución.
Rubén Ferrándiz
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Miguel Gras (domingo, 16 noviembre 2014 21:17)
Está suficientemente demostrado que estos "señores" tienen bastante claro cuales son sus prioridades sin importarles en absoluto la educación en general , ellos se pueden pagar sus colegios y universidades, a la que pueden ademas acceder sin una prueba de selección y no les interesa la educación en general puesto que el pueblo culto es dificil de manejar.