Justo Gil
Queremos una juventud participativa, inclusiva, pero no les damos oportunidades de futuro. Antes al contrario, se “criminaliza”. Sin oportunidades, para ser participes de su propio destino, hay riesgo de convertirse, con razón, en “outsider”. La vida democrática no sólo es cosa de adultos, es también de nuestros jóvenes, siendo obligación de los poderes públicos el promover las condiciones para la participación libre y eficaz de la juventud en el desarrollo no sólo social, económico y cultural sino también en el político. El art. 48 CE, aún siendo un principio rector de la política social y económica, no deja de proyectar mandatos y vinculaciones al Estado para hacer realidad estas exigencias ex Constitutione. No es puro ornato, vamos. La sociedad española llegará a su madurez democrática cuando reconozca a la población joven el derecho a elegir en las urnas a sus representantes en los gobiernos locales, autonómicos y central. Nuestra juventud tiene que ser co-protagonista de su destino, en el contrato social.
Hemos sido casi pioneros en muchas materias – sobre ampliación de derechos- como con la aprobación, en el año 2005, de la Ley de matrimonio entre personas del mismo sexo. Y no se ha caido el mundo. Y hemos seguido avanzando. Hemos seguido conviviendo. Podemos serlo en el ámbito europeo sobre el derecho de voto opcional a nuestros jóvenes entre 16 y 18 años. Si bien es cierto que dentro de Europa, Austria, desde el año 2007, permite votar a partir de los 16 años. El impulso fue debido a los socialdemócratas y verdes, a los que luego se sumaron los conservadores austriacos. El canciller social- demócrata austriaco, Alfred Gusenbauer, impulso la creación de un Ministerio de la Juventud. No es menos cierto que el Consejo de Europa sugirió a sus 47 miembros que exploraran esa posibilidad normativa en el seno de sus estados. En Bremen, el más pequeño estado federado de Alemania, en las elecciones regionales de mayo del 2011, votaron medio millón de electores, incluidos unos 10.000 jóvenes de 16 y 17 años. Los votos mayoritarios, en esas elecciones, fueron para Los Verdes, superando a la CDU.
Es radicalmente falso que por debajo de los 18 años, los votos emitidos sean de peor calidad. El colectivo “joven” (de entre 16 y 18 años) no es más incapaz de participar en política que el resto de ciudadanos. Nuestros jóvenes son perfectamente capaces de escoger, con conocimiento e interés político, sus preferencias políticas. Hay que dejarles, hay que darles la oportunidad. Por eso habría que hacernos alguna interpelación. ¿Porqué el Sr. Rajoy no hace una reforma de estas urgentes – como la que pretende, trucada, para la elección directa de Alcaldes – y propicia, merced a la aprobación de las ley orgánica ad hoc, el derecho opcional a ejercer el sufragio universal a los muchachos entre los 16 y los 18 años en las elecciones del próximo mayo de 2015? Esa reforma si que sería un avance en ese proceso mal llamado de regeneración democrática, cuando quiere decir popularmente, y deseamos que así sea: de borrón y cuenta nueva. O de: sin marcha atrás.
Siempre se ha dicho por expertos que el nulo interes de los adolescentes por la vida política es debido a que no participan en el proceso de toma de decisiones. En que son meros receptores de tales medidas. Son meros convidados de piedra. Y por eso no se sienten atraídos por la participación política, cuando es la propia política la que “afecta” sobremanera sus vidas con sus decisiones normativas; en definitiva, son afectados con las leyes que emanan del parlamento, con la acción/ inacción de sus representantes, con la mayor o menor sensibilidad de estos hacia los problemas de los jóvenes. En consecuencia, no hay que “huir”; antes al contrario, hay que “acercarse” al centro de toma de decisiones y ver cómo trocar esta nefasta situación. Y lo más importante: codecidir.
El sociólogo Félix Moral (CIS) cree que ayudaría a formar adolescentes más críticos con su entorno. Chipre es también el otro país europeo que permite el voto a los mayores de 16 años. En Eslovenia también es factible, siempre condicionado a que el joven tenga “actividad laboral remunerada” (sic). Debe empezar una ola de avances democráticos y participativos. Este objetivo debe propiciar un gran debate social y político debiendo ser una realidad en muy breve espacio de tiempo. La ola va subiendo.
JUSTO GIL SANCHEZ
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Miguel Gras (sábado, 06 septiembre 2014 19:48)
ciertamente que estamos viviendo una etapa bastante incierta para la juventud que abarca el periodo que citas, pero estos jóvenes en una inmensa mayoría tienen unos criterios bastatante sólidos en cuestiones de política y no sería malo para la democracia.