José Manuel Rodríguez
En 1632 nace en Holanda uno de los más fascinantes y más profundos filósofos de la historia, Baruch de Spinoza, judío de ascendencia española. Hombre incomprendido y con un gran espíritu crítico, lo que le valió entre otras cosas ser expulsado de la sinagoga, viviendo apartado oscuramente y dedicándose a pulir lentes.
El consideraba a las religiones como un hecho histórico más, y mediante su método intentaba demostrar que las Sagradas Escrituras no eran la palabra de Dios, sino una obra humana, que se puede poner en cuestión como cualquier otra. Dios nos habla, sí, pero no a través de ningún texto, sino viviendo en nosotros gracias a la RAZÓN, y por eso la función del Estado, para lograr la felicidad y seguir la Ley Divina, no ha de someterse ciegamente a los dogmas, sino favorecer el perfeccionamiento de la razón, lo que solo se consigue con el ejercicio de la libertad, que es el mayor tesoro del hombre. Por eso no hay mayor tiranía que poner cortapisas a la libertad de pensamiento, atentando así contra la ley de la Naturaleza, que es la única ley de Dios verdadera.
Spinoza pensaba que había ciertos pensadores que concebía las pasiones humanas como vicios y no como características inherentes al hombre, y por eso se dedicaban a "alabar" virtudes y acciones humanas irreales y que no existe en ningún parte y descalificaban lo que realmente existía. Llegando al absurdo de idear formas de Estado que nunca podrán llevarse a la práctica, tales como San Agustín de Hipona en su La Ciudad Dios, y que no tienen más valor que ser entretenidas quimeras.
Los hombres que se guían por su razón son capaces de procurar su bienestar valiéndose para ello de su conocimiento de la naturaleza. En cambio cuando los hombres se guían solo por sus apetitos, lo único que hacen es seguir el orden natural previsible sin poner nada en cuestión. Por tanto infiere que es la RAZÓN no la NATURALEZA, la que establece normas de convivencia encaminadas al bien común, y desde luego es la razón y el intelecto el que introduce la noción de "justo" y de "injusto" como fuente del Derecho. Por tanto se establece que la base de la convivencia es pues el DERECHO POLÍTICO. Este será el que pueda imponer castigos y premios a los comportamientos de todos.
También es conveniente que no haya una religión del Estado, pues la devoción y la fe son asuntos absolutamente privados, así que si los miembros de una confesión religiosa desean edificar un templo o mantener a sus sacerdotes o maestros habrán de hacerlo exclusivamente a sus expensas. Tampoco deben emplearse los dineros públicos en pagar el ejército, ya que se suponen que los soldados luchan por la libertad de su patria, por su propia seguridad y la de los suyos y asegurar estos bienes es su mayor premio.
Sigue diciendo Spinoza que las acciones del soberano (GOBIERNO) han de ser, además de claras y patentes a todos, pues si se ocultan parecerán torcidas y se prestarán a malas interpretaciones. Aquellos que ocultan los manejos del gobierno diciendo que obran así por utilidad pública, lo que esconden tras tanto secreto es <<la más dura esclavitud>> de sus súbditos. Procediendo de este modo, se incurrirá en el ejercicio de un <<poder absoluto>> que resulta muy peligroso para el Príncipe, muy odioso para los súbditos y contrario a las leyes divinas y humanas.
Todo esto escrito en 1670, es decir hace 343 años.......y todavía no hemos aprendido nada
Bibliografía:
Ideas y formas políticas: del triunfo del absolutismo a la posmodernidad
Pedro Carlos González Cuevas-2010
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Abelardo (domingo, 02 junio 2013 19:47)
Un visionario este Spinoza, lastima que sus advertencias no hayan tenido repercusion y hoy nos encontremos en la situacion que el vaticinaba.