Abelardo Muñoz
Cuando en un país, los parados toman la calle, siempre surgen voces criticas, por parte de la patronal y la derecha, al respecto del origen de las protestas, de su grado de realidad y de su poca idoneidad, tanto en el tiempo, como en la forma.
Esas mismas voces criticas menosprecian, vilipendian y ridiculizan a los manifestantes, calificandoles, poco menos que de un grupo de exaltados, vagos y pendencieros que prefieren tomar la calle, antes que buscar soluciones o sumar estrategias y esfuerzos para encontrar aquello que , sin duda y según ellos, no buscan.
Pero cuando en un país colectivos tales como médicos, científicos, estudiantes, jueces y profesores son los que se manifiestan, cuando arriesgan su integridad y comodidad en defender aquello que consideran una injusticia, es que algo grave esta pasando, algo que va mas allá de una pataleta del proletariado y que traspasa la columna vertebral del bienestar social y de los logros conseguidos.
Cuando colectivos desfavorecidos, dependientes, jubilados, enfermos, se unen y exponen su precariedad, sin importar su procedencia o ideología, es que algo esta fallando en el sistema.
Cuando todo eso ocurre ya no valen excusas, ya no sirven campañas de concienciación, ni hecharle la culpa a otros, cuando todo eso ocurre, es que se esta gobernando a espaldas de la sociedad, a espaldas de la justicia, a espaldas de la equidad, en definitiva a espaldas al pueblo.
Estos días pasados hemos visto y oído una campaña de miembros del PSOE en la que se pedía perdón por errores cometidos en la anterior legislatura. Es bueno pedir perdón, es aconsejable, gratificante y hasta necesario.
Pero una cosa es pedir perdón por decisiones equivocadas y por no querer o no saber anticipar una situación que se nos echaba encima y otra bien diferente es conocer las injusticias a las que se va a someter a tus ciudadanos y perpetrarlas con alevosía y nocturnidad, culpando a todo el mundo, antes de reconocer que te mueve el capitalismo mas despiadado y la inasumible presión de la troika comunitaria que exige sacrificios, a pesar de dejar un reguero de victimas a su paso.
¿Cuanto perdón se debe de pedir en esta situación?
Gobernar con la excusa de que no hay otro camino, no es gobernar.
El camino no es pisar al pueblo, el camino es hacer que camine tu pueblo.
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José Manuel R. Colmenero (martes, 04 diciembre 2012 20:22)
Compañero, lo que has escrito es ni más ni menos de la realidad que se nos presenta.
Me sumo a ello